Las enfermedades de transmisión
sexual (ETS) son un grupo de enfermedades transmisibles que se adquieren
fundamentalmente por contacto sexual. En la actualidad, son el grupo más frecuente
de enfermedades infecciosas de declaración obligatoria en la mayor parte de los
países. A pesar de los avances en educación sexual, su incidencia sigue siendo
elevada. La mayor incidencia se haya entre los jóvenes de 20-24 años de
edad.
Algunos factores responsables del
aumento de la incidencia son una conducta sexual de alto riesgo, la mayor
movilidad de la población, la escasez de síntomas en muchas personas infectadas
o la demora en consultar al médico.
Además, otro factor clave que ha
incrementado la incidencia de las ETS, es el aumento de investigaciones para
tratar la enfermedad. Es decir, hace apenas 30 años, la gente moría de SIDA.
Actualmente, con los avances en tratamientos antiretrovirales, se consigue
paliar la enfermedad, pasando de ser mortal a crónica. Por tanto, las personas
se relajan más al tener “cura” por lo que no utilizan métodos seguros en sus
relaciones sexuales.
Hoy en día, la ETS por excelencia,
la más conocida y grave, es el SIDA. Pero no sólo se ha incrementado ésta sino
otras enfermedades bacterianas como la sífilis o gonorrea las cuales, según la
Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, de 2012 a 2016 han aumentado de 1.711
a 3.641 casos para la sífilis y de
1.423 a 3.044. para la gonorrea. Son datos evidentes que
demuestran la poca conciencia de enfermedades de transmisión sexual de la
población.
Cuando el SIDA repuntó como una
enfermedad nueva y mortal, se hicieron multitud de campañas de educación sexual
y las personas las cumplían. Pero, ahora, con los avances tecnológicos nos
hemos situado en una zona de confort porque, aunque nos contagiemos, tiene “cura”.
Por tanto, es imprescindible
rescatar las campañas de educación sexual, hacer que éstas sean el primer punto
del día en telediarios, internet, en escuelas y en consultas de atención de
enfermería.
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